Nadie sabe donde está el Puntas
Hace veinte años, me encontraba con mi amigo, el Puntas, conversando sobre libros. Es uno de los pocos bolivianos que tiene el honor de haber completado la Carrera de Literatura.
Una de mis tristes reflexiones esa noche fue que Ray Bradbury era injustamente considerado un autor menor debido a su género. El Puntas respondió diciendo que "Fahrenheit 451" era un libro magnífico y un elogio a la literatura.
Yo argumenté que ese libro era una alegoría a las imprentas y que lo mejor que Ray había escrito era el cuento "The Rocket Man", el único que me hace llorar cuando lo leo, ya que narra la historia de un niño que quiere ser astronauta como su papá. Pero él se lo prohíbe diciendo que "cuando estás en el espacio, quieres volver a la Tierra, y cuando estás aquí, quieres volver al espacio". Quizás sea por experiencia propia, pero siempre lo vi como una metáfora perfecta para describir la inmigración.
—Ahora entiendo tu cara de tonto, ese cuento trata claramente sobre el sufrimiento infantil ante un divorcio por otra mujer—dijo el Puntas, y no quise darle la razón, aunque me di cuenta de que él estaba sufriendo porque su viejo andaba con una brasileña, entonces me quedé callado.
Al final del cuento de Bradbury, el padre muere quemado por el Sol y la madre cría al hijo sola. Recuerdo que en un boliche de mala muerte me crucé con el viejo del Puntas, él estaba borracho y en el piso, parecía no respirar. —Ojalá no vuelva a la Tierra —pensé para mí mismo, recordando a mi amigo.
Después de larguísimos tres minutos, el viejo despertó y el Puntas, el querido Puntas, en medio de una pequeña nube de estrellas del cielo, desapareció.