Los apóstoles de Holden
Holden Caulfield detestaba a los doce apóstoles pues, según él, lo único que hacían era decepcionar a Jesus. En cierta forma tenía razón, pero tampoco se les puede culpar mucho a los elegidos, ya que el profeta parecía nunca estar feliz. Jamás se contentaba con nada, creo que el único momento alegre en los relatos es cuando ve a unos chicos jugando; e incluso ahí aprovecha para sermonear un poco.
La verdad es que en los evangelios, el Hijo del Hombre se pasa la mitad del tiempo curando y la otra mitad renegando y sufriendo. Hasta dan a entender que nadie hace nada bien en esta vida, ya arruinamos todo y la única forma de salvarnos es arrepentirnos.
Sin ser fatalista, creo que mi personaje favorito es el buen ladrón. Aparece justo al final y le da un sentido redondo a toda la religión. Incluso parece que abraza la muerte con una sonrisa pues se salió con la suya dos veces. Es el único mortal del que se tiene certeza que está en el Reino de los Cielos.
Anoche, en un sueño me dí cuenta de que no era ningún ladrón. Jesús en su último hálito de vida, y con una catarsis de soledad, imaginó a su primo Juan el Bautista junto a él.
En la otra cruz, vivimos todos los demás.