La luna del poeta

Estaba en casa de un amigo poeta venezolano y me puse a ojear un libro de su hija que prometía todas las respuestas sobre la luna. Es una obra muy interesante pues explica su forma y manchas, la gravedad, la falta de aire y los viajes espaciales.
Una de las preguntas del libro era “¿De qué está hecha la luna?” y ese rato me puse a pensar en todos los poetas y románticos que se han desvivido escribiendo sobre nuestro satélite. Cuando cambié la página para develar la respuesta, se me vino abajo el alma: “La luna no está hecha de queso, es tan solo una pelota de piedra que está flotando en el espacio”.
Con el alma deshecha, me puse a pensar que nuestro planeta tiene prácticamente la misma descripción, tan solo se le puede añadir “que tiene un poco de agua encima donde viven cosas”. Al final el universo no es tan mágico, solo un lugar repleto de pelotas de piedra dando vueltas por aquí y por allá.
Cuando el venezolano vio mi tristeza al ojear el libro, se puso a cantar “¿Qué tomas lunita que estás tan amarilla? Si ya estás tan cansada es porque eres viejita. Mira a Dios en el aire, mira a Dios en el mar, yo te doy a ti mi vida, solo para oírte cantar”.
Me creerán que ese rato abrimos la ventana y estaba ahí, frente a nosotros, como mirándonos. No era la luna, ni tampoco una piedra, diría más bien que era una pelota gigante de delicioso queso.