La cena pascual

Anteayer cené con Cecilia y su marido Riccardo, son una linda pareja con la que se puede conversar casi de cualquier tema. Antes de que se acabe el vino comencé a hablar macanas; les dije que me parece extraño que, en el capitalismo, el miedo a perder el trabajo sea más grave que el miedo a la muerte. Cuando una persona se muere, se mueren también los problemas; en cambio cuando se pierde el trabajo, se multiplican por mil.
Cecilia me refuta diciendo que el capitalismo ofrece la libertad de reinventarse, a diferencia de mis tristes ideas marxistas que claramente fracasaron. Por otro lado, Riccardo, que es funcionario público en la alcaldía del pueblo lo confirmaba. “Si me botan, no sabría como mierda pagar la hipoteca al banco”.
La charla se deformó cuando, aprovechando la Pascua, jugamos a encontrar similitudes entre Marx y Jesús; claro, fuera de su repulsión hacia lo material. “¡Ambos cambiaron el mundo!” dijo Riccardo, “¡y eran revolucionarios barbudos!” replicó Cecilia. Les dije que el problema de Karl, fue que se involucró mucho y no dejó todo en el plano de las ideas. Me acordé de ese chiste del papá de Borges, que decía que Jesús era como los gauchos, que no quieren comprometerse, y que por eso predicaba en parábolas.
“¿Qué es un gaucho?” preguntó Riccardo, pero lamentablemente era hora de irse. El vino ya se había acabado.