El salmon de Varsovia
En el Río Orkla de Noruega unos navegantes divisaron a un salmón rebelde que, a diferencia de los demás, iba a favor de la corriente. El capitán de la embarcación se asustó y dijo que seguramente era una de las tantas reencarnaciones de la diosa Freya. Comenzó a relatar en voz alta y temblorosa una de las canciones que adornan la saga Droplaugarsona. Ante su miedo, algunos compañeros hicieron coro mientras otros reaccionaron con quietud nórdica ante la extraña situación.
“A mi este salmón no se me escapa” dijo el marino Eric antes de matarlo con un arpón casero. Parece que hubo una rencilla en ese momento y el barco se vino abajo; otros creen que fueron las aguas las que se tornaron violentas con la embarcación.
Lo cierto es que nunca más se supo de la tripulación, sucedió hace ya tanto tiempo que en el pueblo los dieron por muertos. Una niña, la hija de Eric, se sorprendió en el último día de búsqueda, pues uno de los salmones en el río nadaba al revés, es decir, a favor de la corriente.